De más a mejor en un mundo global
1 agosto, 2024
En el último congreso de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (CEHAT) celebrado en Palma de Mallorca, los hoteleros acuñamos un lema que tiene que ser el objetivo del turismo español en los próximos años: “De más a mejor”. Y elegimos este leit motiv porque entendemos que el crecimiento en sí mismo no debe ser el objetivo que nos hemos de marcar como estrategia de país, sino que, por el contrario, hemos de tener la capacidad de mejorar en múltiples direcciones.
Vivimos en un mundo global en el que se nos obliga a competir cada día y donde, a pesar de que España ocupa el primer lugar en el ranking de competitividad turística mundial, mantener ese lugar de privilegio requiere un enorme esfuerzo colectivo, una anticipación a las necesidades de todos los actores implicados en el turismo y conseguir llegar a consensos para que el esfuerzo de todos nos permita consolidar esta situación envidiada por el resto de nuestros competidores.
Reconozco que me ha producido una enorme tristeza ver los argumentos de las últimas manifestaciones en Canarias en contra del turismo, ya que, por una parte, existen tensiones que se van a ir acrecentando y, por otra, hay un relato equivocado que se va adueñando de todas las esferas de la sociedad y que solo puede traer consecuencias muy negativas.
Como canario escucho con frecuencia que acceder a la vivienda es un hecho imposible para la mayoría de la población, que los desplazamientos de miles de personas diariamente están presionando al territorio de forma insostenible, que estamos perdiendo nuestra identidad, que puede faltar agua y que los que vienen de fuera van a acabar con nuestra forma de vida. Ese relato se apoya, además, en una interpretación torticera de datos interesados fundamentados en una ideología contraria al sentido común, y es el momento de que todos aquellos que creemos que podemos aportar soluciones seamos capaces de exigir medidas correctoras y de convencer de que el futuro no se encuentra en la destrucción, sino en la construcción armoniosa y moderna, diálogo que es el hecho turístico.
El origen de los problemas
La tensión que se está produciendo en muchas ciudades y destinos turísticos se debe a un doble factor que se está produciendo de forma simultánea: la falta o total ausencia de planificación pública y el crecimiento desorbitado de la población residente y de los visitantes. Esta tensión es la misma que se produciría si en una vivienda de 100 m2 en la que vive una familia de 5 miembros, aparecieran por sorpresa todos los familiares a quedarse unas semanas e intentaran utilizar a la vez el mismo baño y la misma cocina. Analizaré en profundidad estas dobles causas. Este desacople entre el crecimiento de la población y el de las infraestructuras y servicios necesarios se ejemplifica muy bien en el caso de Canarias, que ha crecido en 600.000 habitantes desde 1998, hasta los 2,2 millones de residentes en 2023. Un aumento de población que demanda vivienda, servicios sanitarios y asistenciales y contribuyen al caos circulatorio que viven estas islas.
Llegada masiva de residentes y turistas
Debemos dejar de contar cabezas como el gran éxito del turismo español, ya que lo importante no es cuántos visitantes vienen, sino cuántas noches pernoctan, multiplicado por los ingresos que se quedan en el territorio donde incide.
Canarias ha multiplicado su población residente en los últimos 10 años un 20%, atraídos por su buen clima y por la prosperidad económica. Mientras que otros lugares del mundo se están despoblando, el archipiélago atrae a decenas de miles de personas que quieren iniciar una nueva vida en este territorio privilegiado. Al mismo tiempo, la oferta turística que encuentran para pasar sus vacaciones en ese territorio hace que los turoperadores y los turistas consideren que es el mejor lugar donde gastar sus ahorros frente a otros cientos de destinos, atraídos por el clima, la conectividad aérea, los precios, la seguridad y los espacios naturales. Este cúmulo de circunstancias ha hecho que se haya experimentado un aumento muy significativo de personas en un territorio fragmentado y limitado.
Mientras este fenómeno, que está a la vista de todos, se está produciendo, ¿han hecho las Administraciones públicas los deberes para mantener el bienestar de residentes y turistas? La respuesta es un no radical, seguimos con las mismas o peores infraestructuras que hace 10 años y esto ha provocado los problemas que hoy están saliendo en los medios de comunicación y que grupos interesados no dejan de exagerar y sacar a la luz. ¿Desde cuándo no se hace vivienda social? Desde hace más de 20 años. ¿Desde cuándo está el debate de infraestructuras ferroviarias, las más limpias y que transportan a millones de personas de forma eficiente y con el menor impacto? Desde que tengo uso de razón. ¿Por qué se pierde en instalaciones hidráulicas más del 40% del agua por las infraestructuras obsoletas en su transporte y reciclaje?
Vayamos a datos que son absolutamente ciertos. Desde 2013 hasta 2023 se han perdido en Canarias 56.000 plazas hoteleras. En ese mismo periodo han aparecido 240.000 plazas de oferta alternativa de viviendas de uso turístico o, lo que es lo mismo, es como si se hubieran construido 450 hoteles nuevos en plena producción.
En Canarias existe una moratoria de facto que impide la construcción de complejos hoteleros modernos, que crean empleo y mejoran la calidad de la oferta. En la actualidad aplica a hoteles de menos de 5 estrellas, excepto aquellos establecimientos de 4 que cumplan con unos requisitos medioambientales muy rígidos. Esta moratoria es debida al aumento injustificable e irracional de la burocracia y la legislación, que solo en el último año ha ocupado 60.000 páginas del Boletín Oficial del Estado. Sin ir más lejos, para construir algo nuevo se tiene que conseguir la aprobación de órganos medioambientales municipales que ni siquiera están creados y que paralizan cualquier tipo de proyecto.
Por otra parte, los políticos al cargo de las Administraciones públicas están básicamente preocupados por su imagen en redes sociales, que todos sabemos que en gran parte difunden bulos y están manipuladas por ciertos intereses que no siempre tienden a la mejora de la convivencia. ¿No está demostrado que las redes sociales han sido manipuladas en las elecciones americanas o que incluso consiguieron convencer a los británicos de que tenían que apoyar el Brexit?
A las últimas manifestaciones asistieron entre 20.000 y 40.000 personas. Sin embargo, en Canarias convivimos 2.100.000 habitantes y el 99% de los residentes de las islas optaron ese día por quedarse en sus casas o trabajando. Muchos de los grupos promotores provienen de organizaciones que, elección tras elección, no son votadas y se encuentran fuera de los parlamentos y órganos de decisión. Pero, curiosamente, a pesar de que sus planteamientos no son apoyados a la hora de retratarse con un voto, son los que hacen que nuestros políticos tomen decisiones precipitadas, más pendientes de su imagen pública que de su obligación de luchar por conseguir el bien común. Los administradores públicos deben gobernar también para los que les apoyan con una visión elevada de futuro y la ilusión de construir un mundo mejor por su intervención. No es admisible que las respuestas cortoplacistas y erróneas sean provocadas por los que más gritan y que las soluciones que ofrecen no solo sean inútiles para arreglar los problemas, sino que además pongan en peligro de forma significativa la sostenibilidad social y económica del entorno.
Desde CEHAT venimos advirtiendo que la absurda facilidad de convertir una vivienda en un negocio iba a provocar un masivo efecto llamada a la creación de viviendas turísticas y que esto iba a provocar grandes tensiones y efectos colaterales muy negativos. Era necesaria una planificación que no se ha hecho y se han estado haciendo oídos sordos a la exigencia de planificación y control, provocando un enorme fraude laboral y fiscal, gentrificación y graves problemas de convivencia por la desmesurada subida de precios para la creación de hogares. Se requerían medidas con visión de futuro, ya que es incomprensible que algunas actividades turísticas estuvieran cada vez más hiperreguladas -poniendo incluso en peligro su operativa-, mientas que, al mismo tiempo, hubiera una política de mirar a hacia otro lado que sólo ha producido caos y anarquía.
Vivimos en un mundo global
A nadie se le escapa que prácticamente todos los países del mundo están intentando desarrollar su sector turístico, ya que consideran que la “industria sin chimeneas” o la “industria de la paz” les va a permitir mejorar su nivel de vida y aumentar sus cuotas de libertad. El turista hoy está cada vez más informado y tiene mayor capacidad de elegir.
¿Cabe en la cabeza de alguien pensar que, si no tomamos medidas urgentes y drásticas, podamos ver que lo que era una debilidad se transforme en una amenaza que va a ser aprovechada por nuestros competidores? ¿Piensa alguien que mira hacia su ombligo que los turistas tienen la obligación de venir a pasar sus vacaciones con nosotros y que, si no son bien tratados y acogidos, van a seguir demandando nuestros servicios? ¿Puede alguien imaginar -como sucedió durante la pandemia- que una caída del turismo va a permitir mayores cuotas de bienestar y de recaudación? ¿Soluciones precipitadas, como pensar que imponer una tasa turística por pernoctación que recaudará unas decenas de millones de euros, van a solucionar la vida de los residentes y mejorar la experiencia del turista? No seamos simples…
Muchos de nuestros ayuntamientos están teniendo superávit muy a su pesar por normas que les constriñen y por una falta de capacidad de ejecución. Me rebelo cuando veo noticias que nos hablan de que se van a devolver casi la mitad de los Fondos Europeos, por normativa farragosa, falta de proyectos ilusionantes e incapacidad de ejecución presupuestaria. Este maná de Fondos Europeos, que podrían haber servido para transformar nuestras infraestructuras y apoyar la modernidad, se nos está escapando como el agua entre los dedos sin que nadie entone el mea culpa y hará muy difícil que en un futuro próximo tengamos una oportunidad parecida.
El turista está cambiando al mismo tiempo que la sociedad. Cada vez tiene más posibilidades de comparación, cada vez exige una atención más personalizada, cada vez exige una mejor relación calidad-precio y palabras como seguridad, comodidad, simpatía y profesionalidad son las que harán que unos destinos triunfen frente a otros.
En demasiadas ocasiones hemos pensado que los modelos de 1990 van a servir a los clientes del año 2030. Es prioritario realizar una profunda investigación por saber no sólo lo que hoy se demanda, sino lo que se va a demandar en el futuro si queremos seguir compitiendo en la champions league del turismo a nivel mundial. En demasiadas ocasiones escucho discursos que proponen el cambio de modelo económico hacia otros sectores o actividades fuera del turismo. Apoyamos con entusiasmo esta diversificación, no poner todos los huevos en la misma cesta, pero ni los turistas ni todos los que estamos implicados en el sector turístico somos culpables de la falta de ideas para encontrar nichos prósperos para la diversificación, ya que se ha demostrado como erróneo que solo los apoyos públicos son los que promueven las iniciativas sociales para el desarrollo de la prosperidad. No se puede estigmatizar lo que ya tenemos pensando que eso va a promover el cambio de modelo económico. La atracción de talento pasa por la creación de un ecosistema de emprendimiento y la búsqueda de solución de necesidades para las próximas generaciones.
Crisis y oportunidad vienen de la mano
Aunque de forma errónea se viene repitiendo que en chino mandarín “crisis” y “oportunidad” son la misma palabra, considero que -si somos capaces de enfocar que la crisis que estamos viviendo puede hacernos a todos recapacitar- romper las anquilosadas estructuras dejando la luz de cruce para poner las luces largas a lo que actualmente estamos viviendo nos permitirá entrar en una nueva fase del turismo que nos dará la posibilidad de sobrevivir de forma exitosa las próximas décadas.
De la primera etapa de crecimiento del turismo en los años 70 -donde todo valía con tal de conseguir atraer visitantes y crear infraestructuras que, posiblemente, hoy no hubiéramos hecho de la misma forma-, se pasó a una segunda fase de consolidación modernizando infraestructuras privadas, incrementando la calidad y siguiendo los dictados de los mercados emisores que nos venían contando lo que iban a necesitar los nuevos turistas.
Tras el COVID y lo que actualmente estamos viviendo se puede producir una tercera fase que calificaría como “fase de transformación”, en la que es necesario llegar a consensos urgentes con los representantes reales de los residentes, con las Administraciones públicas, con los trabajadores y con los empresarios, sin olvidarnos de los medios de comunicación y los centros de pensamiento como son las universidades.
Es el momento de construir con ilusión un futuro que nos permita navegar con una nueva ilusión colectiva, para que sigamos siendo ese lugar privilegiado en la tierra en el que tuvimos la fortuna de nacer y en el que queremos que nuestros futuros nietos se sigan sintiendo orgullosos de nuestra identidad y de nuestro sistema de vida.
Jorge Marichal, presidente de CEHAT.