La eficiencia energética del sector hotelero, a examen
30 noviembre, 2021En los últimos meses, además de la evolución de la COVID y de la erupción del volcán de La Palma, hemos estado atentos diariamente al precio de la energía, que ha alcanzado récords históricos en el mercado mayorista con aumentos porcentuales de tres cifras. Una tensión de precios que coincide también con la preocupación sobre si estará garantizado este invierno el suministro de gas natural para cubrir la demanda de calefacción, con el conflicto abierto entre Marruecos y Argelia como telón de fondo.
Este escenario energético volátil ha precipitado en la lista de prioridades todo lo relacionado con la eficiencia energética. Un edificio poco eficiente se convierte en un sumidero de dinero: la mayor parte de la energía que consume se convierte en pérdidas y solo una pequeña proporción llega a ser útil para el funcionamiento del edificio.
En el sector hotelero es fundamental controlar y optimizar el coste operativo del inmueble y uno de los factores que suman en la ecuación es la gestión del consumo energético. En este sentido, la eficiencia energética no debe entenderse únicamente como una mejora en calefacción, refrigeración e iluminación, sino que debe analizarse desde una perspectiva mucho más amplia. Los inmuebles hoteleros tienen un elevado consumo energético al que, además de la climatización y la iluminación, contribuyen los sistemas informáticos, equipos de bombeo, piscinas, restauración, entretenimiento, equipamiento deportivo…
Mejorar en eficiencia energética requiere conocer de manera rigurosa cuál el punto de partida o, lo que es lo mismo, medir. La herramienta idónea para hacerlo es la Auditoría Energética. Este análisis permite medir y analizar el perfil de consumo energético de cada inmueble, cruzando la facturación energética real del inmueble con la distribución de los distintos centros de consumo. Además, desde la entrada en vigor del RD 56/2016, es de obligado cumplimiento realizar auditorías energéticas cada cuatro años para todas las grandes empresas, entre las que se encuentran un gran número de compañías del sector.
Según establece la normativa UNE_16247, las auditorías han de estudiar para cada uno de los elementos que requieren energía dentro del inmueble la intensidad de uso, el rendimiento y la gestión de los equipos, de modo que se puedan plantear medidas correctoras para reducir el consumo y las emisiones del activo hotelero. Las medidas de mejora planteadas serán siempre económicamente rentables, ya que todas las auditorías que realizamos incluyen un estudio de viabilidad económica. Y, no menos importante, representan una inversión que redunda no solo en eficiencia sino en confort para el alojamiento.
En el caso de las cadenas hoteleras, la auditoría energética debe plantearse a nivel grupo, de modo que se puedan establecer estrategias de mejora de la eficiencia energética y un plan de acción conjunto, beneficiándose de economías de escala y obteniendo un mayor ahorro y rentabilidad económica final a nivel empresa. Las auditorías energéticas también analizan otras instalaciones y equipamientos, como las flotas de vehículos, cámaras frigoríficas o centros de comunicaciones…
La gestión inteligente de la explotación de los inmuebles hoteleros requiere invertir en control y eficiencia para incrementar la rentabilidad de los activos y ponerlos en valor. Un objetivo que, en el caso de la eficiencia energética, entronca con otro objetivo cada vez más prioritario en gobernanza corporativa: la sostenibilidad y la responsabilidad medioambiental.
Diego Soldevilla, director de Consultoría Energética de Tinsa, compañía con más de 100.000 certificaciones de eficiencia energética emitidas y más de 1.000 auditorías llevadas a cabo en sus cerca de diez años de experiencia en este ámbito.